La primera vez coincidieron en una cena, pero no resultó ser el mejor momento. A él le asaltó un repentino dolor de cabeza. Un dolor insoportable, mareante, que le obligó a salir del restaurant a tomar un rato el aire. Luego, ya de vuelta, y tras una aspirina, poco a poco fue recuperándose. Ella, que permanecía sentada en la silla de enfrente, glamourosamente vestida (contrastando de manera apabullante con el aire informal de los demás comensales hasta el punto de verse un poco fuera de lugar), se levantó con prisas. A su regreso, explicó a sus compañeros de mesa que había tenido que ir con urgencia al lavabo por problemas intestinales (en concreto dijo que había tenido una diarrea impresionante, expresión tan fuera de lugar como su atuendo), obteniendo como respuesta, un "huy, qué pena, ¿ya estás mejor?" ignorando que a la mujer de su derecha, no sólo no le importaba lo más mínimo su estado de salud sino que hubiese preferido que, en un regalo del destino, se hubiese colado por la taza del váter y hubiese desaparecido de la faz de la tierra (y obviamente de aquella cena).
Tras los postres, aquella primera noche, ella hizo un rápido resumen de la situación calibrando las opciones reales de conquistarlo y los intereses de él que parecían estar centrados en las miradas que compartía con otra chica, de manera que decidió marcharse a su casa arguyendo el delicado estado de su estómago. Él, haciendo de tripas corazón, fingió estar mejor de lo que estaba porque le había echado el ojo a la compañera de la derecha de la chica que se había puesto mala de la barriga (como lo calificó otro de los comensales) y no era cuestión de desaprovechar la ocasión por una cefalea remitente.
Pero, como en una partida donde se reparten las cartas y sólo al final, tras las apuestas y una buena dosis de azar, meses más tarde coincidieron en una cena organizada por una amiga mutua. Entonces, los dioses fueron benévolos y todo pareció confluir para que al final se encontrasen en una apasionada noche de sexo y boleros. Él, náufrago de desamores; ella, cazadora paciente.
Imagen: Albert Watson
Tras los postres, aquella primera noche, ella hizo un rápido resumen de la situación calibrando las opciones reales de conquistarlo y los intereses de él que parecían estar centrados en las miradas que compartía con otra chica, de manera que decidió marcharse a su casa arguyendo el delicado estado de su estómago. Él, haciendo de tripas corazón, fingió estar mejor de lo que estaba porque le había echado el ojo a la compañera de la derecha de la chica que se había puesto mala de la barriga (como lo calificó otro de los comensales) y no era cuestión de desaprovechar la ocasión por una cefalea remitente.
Pero, como en una partida donde se reparten las cartas y sólo al final, tras las apuestas y una buena dosis de azar, meses más tarde coincidieron en una cena organizada por una amiga mutua. Entonces, los dioses fueron benévolos y todo pareció confluir para que al final se encontrasen en una apasionada noche de sexo y boleros. Él, náufrago de desamores; ella, cazadora paciente.
Imagen: Albert Watson
22 comentarios:
Una vez fuí tan, tan paciente que llegué a esperar incluso seis años. Y total, al final tampoco valía tanto la pena pero las espinitas hay que sacárselas como sea :)
un final magnifico. eso de cazadora paciente me ha gustado mucho
Que buena historia. De eso se trata, del culto al amor.
Aunque a veces los papeles se invierten del cazador y el casado, perdón, cazado...jiji
Hola Sintagma.
La criatura de la diarrea
y el criaturo de la cefalea.
Terminan por reunirse,
por encontrarse:
cena, música, bailes;
sexo, venganza,
pasión, caza.
Apuestas, azar,
desamores,
ocasiones,
paciencia,
conciencia,
luchar, luchar, luchar...
Abrazo al otro lado de la mesa.
Si los dioses fueron benévolos quiere decir que la noche de sexo y boleros también fue benévola o perversa...
¿No hay una continuación, una 2ª historia ...?
promete ser más interesante aun que esta.
Un abrazo.
Una noche nefasta, pero siempre hay una segunda oportunidad:)
Besos, Sintagma
Algo me dice que no hubo una segunda noche para la pareja tabla de salvamento-presa.
O será que yo no concibo la pasión como caza ni como naufragio...
Qué bien contada la historia, Sintagma. :)
Besos.
Paz Alvial tiene blogspot www.pazalvial.blogspot.com gracias por el poema al cuadro "la cama" del 6 de diciembre de 2007
Eres genial.
Hay gente que se lo pasa a lo grande en la cocina
Si es que la paciencia es la madre de la ciencia...
nunca lo había visto como una partida de cartas en las que se establecen apuestas y...pero qué buena descripción
esta historia podría describir una buena cantidad de mis noches (y de mucha otra gente).
un saludo
¿Seis años di zacco? ¿quien mereció tal paciencia?
�Esperar?. Hay cosas que vienen solas.
.... ya cambiaría yo un náufrago de desamores por una cazadora paciente.... :)
Pues yo con un persona que dice "diarrea" en esas circunstancias difícilmente me habría reconciliado. d-i-a-rr-e-a, fea palabra, vive dios,
El destino es clemente con algunas soledades de naufrago, aunque a mí también me gustaba más la de la derecha.
Son historias sin un “continuará…”
Un beso.
Despues de haberme pasado la semana santa intentando seguir tu doctrina, cuadro a cuadro, ahora me tocará esperar la mujer de la diarrea....Pues nada, seguiré fiel a tus escritos...
La posición de cazadora me parecia magnifica!!
:)
Segunda oportunidades donde a veces los dioses no son tan benévolos.
Como me gusta eso de cazadora paciente :)
Me ha encantado el final... bueno no desmerece el resto, claro, quiero decir que me gustan las bonitas historias de amor que acaban bien.
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