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domingo, diciembre 07, 2008

Las musarañas sólo saben bailar tango


Nunca me cayó bien, mejor dicho y para que el diablo no se ría de la mentira, la odié desde el principio, desde la primera vez que la vi aquella tarde de invierno. Venían los tres, sus padres y ella, calle abajo, Merche y su madre cargando una maleta enorme de cartón piedra, atada con cuerdas ya ves tú, y el padre con dos colchones enrollados a la espalda.

No eran ninguna novedad. Todas las semanas llegaba gente como ellos al barrio, casi todos del sur, unos muertos de hambre decía mi madre, que presumía de ser de Madrid desde la raíz de los tiempos. Ella se refería a los otros, a los que venían de los pueblos, que no habían hecho otra cosa en su vida más que plantar lechugas y se creían que en Madrid regalaban longanizas, pues iban aviados. ¡pero por dios, si las cuatro cosas que tenían se traían por veinte duros!

Efectivamente, pocos días después vi llegar la conocida furgoneta con el resto de los enseres, digo conocida, Candelas se acordará seguro, porque era del enano del barrio, el que a mí me daba tanto miedo porque tenía una mirada muy rara, que la había recibido como subvención por no sé qué cosa que hizo en la guerra cuando era joven. Como la subvención si no se movía no alimentaba, Ramón, que así se llamaba el enano, se dedicaba a hacer las mudanzas del todo el barrio. Una fortuna que atesoró, seguro, porque otra cosa no pero lo que es gente nueva llegaba todos los días.

Desde luego que no fue con Merche como el enano Ramón se hizo rico, que eran cuatro sillas y una cama lo que traían, que vete a saber donde dormía Merche, mi suegra dijo una vez que tiraban un colchón al suelo y ahí dormía la pobre, ya ves tú la pobre, seguro que ni lo notaba, ¡pero si en el pueblo dormiría con los burros! y, sin embargo, viéndola caminar, supe, porque lo supe, que Merche cambiaría mi vida. Tenía un aire en su pelo negro o en su manera de andar o de moverse en medio de aquella tarde tan oscura mientras tiraba de aquella maleta sucia, que me hizo recordar las fotos de las revistas que mi madre atesoraba primorosamente para las clientas de la peluquería, la única que había en el barrio por aquel entonces y de la que éramos propietarias. Pensé que era raro que alguien tan pobre pudiera parecer una princesa.

Mientras miraba conmigo desde la ventana del salón la llegada de los nuevos vecinos, mi madre dijo lo que yo pensaba: no me gusta esa chica, ni gota de humildad, quién se creerá qué es, si no hay más que ver la cara de muertos de hambre que traen, fíjate en el abrigo de la madre, es de por lo menos la batalla de Brunete, y nos reímos juntas y las dos pensamos en papá sin atrevernos a nombrarle, en como nunca quiso contarnos de dónde sacó el dinero para montar aquella peluquería de la que mi madre nunca paró de presumir hasta el día en que se murió, y eso que la pobre mía la estuvo trabajando hasta que ya no pudo sostenerse en pie. Aunque acordarnos de papá nos ponía de un humor raro, y yo siempre terminaba vomitando y en la cama.


(Fanny Herrera, fragmento de Las musarañas sólo saben bailar tango)

Imagen: Bill Brandt

Blog de Fanny Herrera: Los pasos que no doy


martes, agosto 19, 2008


"Cualquier cosa tuya basta. Culaquier cosa que te sobre y me des, será suficiente. Dame lo que quieras, dame también lo que no quieras, la cosa más pequeña que venga de ti, lo que te sobre, lo que nadie quiera, lo que tú no quieras, nada, cualquier cosa, lo que sea, cualquier cosa que venga de ti me basta. Dame lo que te sobre, dame lo que nadie quiera, y para mí será suficiente, me bastará eso tuyo que nadie ni tú quieres."



(Albert Tugues, "El cancionero de la nada amorosa" en El caso de una sangre derramada)




Imagen: Herb Ritts

jueves, enero 03, 2008

Revolución


(...)lo único que vamos a conseguir es darle más preocupaciones, más cosas en qué pensar, ella tal como está ya está bien, ojos que no ven corazón que no siente, decía Jacinto preparándole la comida a Franz y paseándose por nuestra casa, ojos que no ven corazón que no piensa, vivir en la ignorancia casi casi es como vivir en la felicidad.
.........Y entonces yo le decía: cómo puedes decir que eres marxista, Jacinto, cómo puedes decir que eres poeta si luego haces semejantes declaraciones, ¿piensas hacer la revolución con refranes? Y Jacinto me contestaba que francamente él ya no pensaba hacer la revolución de ninguna manera, pero que si una noche le diera por ahí, pues no sería mala idea, con refranes y con boleros...


(Roberto Bolaño, Los Detectives Salvajes)


Imagen: Kevin Temple

martes, septiembre 04, 2007



-¿Has cortado con él?
-Sí. Esta vez no hay vuelta atrás.
-¿Qué le dijiste?
-Le dije que lo amaba.



Imagen: Luis Vence

miércoles, agosto 01, 2007

Dos por uno




A veces me recuento, anoto mis pensamientos, los numero y ordeno, repaso sus contornos, los coloreo y los encarpeto en sus sandalias o en sus medias de malla. Otras, doy saltitos en el caos, me deslizo por la cuerda floja asida a un paraguas de colores, asciendo a los toboganes por la rampa, tomo una sensación en un puño y la lanzo como confeti. A veces miro nevar entre las sábanas; otras, camino descalza entre los charcos. Hay días en los que pienso y pienso y otros en los que tienes nombre de humedad y te siento en mi sexo. En ocasiones soy niña asustada jugando a ser mayor tras un mostrador. En otras, soy cueva para cobijar todo aquello que te inquiete. Hay días café con leche, otros apenas un café negro muy amargo. Y hay días en los que me repaso la tabla del siete mientras salto a la comba y pienso y siento, todo en uno. Te pienso y te siento. Dos por uno, como en una oferta.



Imagen: Lilya Corneli