"¿Has amado alguna vez a una mujer hasta conseguir que rezumara leche como si estuviera dando a luz al mismo amor y solo pudiese alimentarlo o reventar? ¿Alguna vez has saboreado a una mujer hasta hacerle creer que podía quedar satisfecha sólo consumiendo la lengua que la había devorado? ¿Has amado de tal modo a una mujer que el sonido de tu voz en su oído provocara una explosión de placer de tal intensidad que solo el llanto pudiese aliviarla?"
—Una vez tuve un sueño. Caminaba por el bosque, no sé porqué, se levantó viento y mi sombrero voló. —Y lo perseguiste, ¿no?... corrías y corrías y finalmente lo alcanzabas. Lo recogiste, pero ya no era un sombrero, se había convertido en otra cosa, en algo maravilloso. —No, seguía siendo un sombrero y no lo perseguí. No hay nada más ridículo que un hombre corriendo tras su sombrero.