
Unas cuartillas abrazan mis manos. El trazo sereno de tu voz acaricia cada palabra. Te siento. Puedo imaginarte leyendo tú las mías, cómplice de la vida y sus pasiones. Anochece. Aquí aún son las noches frías, pero la luna se columpia ya en las flores del almendro y se filtra furtivamente el inesperado perfume de los mares del sur.
Imagen: Haleh Bryan