martes, noviembre 07, 2017

Monarquía





Se abre la puerta y entra la muchedumbre. Los niños se abalanzan sobre los asientos. Enfrente de mí, el padre de uno de ellos busca en su mochila una barrita de chocolate y se la da. El niño protesta porque quiere un huevo de esos que llevan sorpresa. El padre dice que hoy no tiene, que mañana se lo comprará y el niño tira la chocolatina al sucio suelo del metro. El padre la recoge estoicamente como un siervo pillado en un renuncio. Cuando la va a guardar de nuevo en la mochila, el niño se la arrebata de las manos y se la come ante la complacencia del padre. Después de devorarla, le pide el móvil al padre y éste se lo niega. Le da una cachetada en el brazo al padre exigiéndole el teléfono. El padre mira por un instante a los demás viajeros antes de cederle el aparato al hijo. Éste empieza a tocarlo hasta encontrar un vídeo con música con la que nos complace gratuitamente a los pasajeros. El padre le dice que baje el volumen y el niño empieza a mover los brazos en una danza improvisada, sonriente. El padre se echa a reír ante las gracias del monarca.

2 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Y los demás viajeros a apechugar con la indisciplina del niño y la complacencia de un padre bobalicón.
Abrazos
Francesc Cornadó

Marqués de Zas dijo...

Hemos pasado de: "los reyes son los padres" a "los reyes son los hijos". No sé que es peor.