Gira la rueda, cansina, tozuda y pertinaz. Fortuna me guiña un ojo, se burla satisfecha en su propio laberinto. En mi laberinto. Reyes destronados, ascensos y catástrofes. Arriba, arriba. Abajo, abajo. Puzzle incompleto, mandalas de brazos caídos. Ella, coronada, reina de destinos, suplicas. Pide lo que quieras, te dará lo que le parezca. Dime de lo que presumes, ¡cuerpo a tierra!
1 comentario:
En el eje de la noria, las Horas (Dice, Eunomia e Irene),impasibles, dan vueltas a la rueda del tiempo que gira con chirrido metálico. No pidas a nadie que engrase el mecanismo. La rueda es pesada y su engranaje es viejo. Desde Cronos hasta hoy.
En el eje de la noria el tiempo es inmóvil. Pasa. Gira el circunloquio de las estaciones, solsticio de invierno, solsticio de verano. Y los días pasan, y a ti, caminante ocioso, no te está permitido tumbarte en la cueva para contemplar el transcurso de la noria, pues tú irremediablemente giras también con la rueda y ves pasar el día como se escurre por la estrechez de la vida y la muerte llega con sus pasos sobre la ceniza de un viejo fuego.
En el eje de la noria, las Horas te verán pasar, no guiarán ni tu paso, ni tu destino. Ahora eres tú quien está en el tiempo y eres, por las Horas, la imagen del tiempo que pasa.
En el eje de la noria, en medio del tiempo, no hay realidad, ni muerte.
Abrazos giratorios.
Francesc Cornadó
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