Tu boca me acoge como fruta dulcísima.
Soy racimo ofrecido en tus manos altivas.
Nadie supo antes de tus dedos fugitivos,
a nadie daré cuenta de ellos
cuando me vaya.
Serán mis muslos ábaco de la memoria de tu tacto,
pie arqueado en un gemido
cara y cruz de juego no marcado.
(Fragmento de: De ti y de mí, en Las mejores historias de amor, ed. Pigmalión, 2012. Coord. Antonino Nieto)
Imagen: Martín Toyé